Un clavo saca otro clavo
por Lidia Ibáñez | Reinventarme | 0 Comentarios
Según un último informe sobre la evolución de la familia en España, se producen al día 294 rupturas, de las que 276 son divorcios y 14 separaciones. Es decir, cada 5 minutos aproximadamente se produce una ruptura, sin contar con las numerosas parejas que no están casadas y que también deciden continuar por caminos diferentes.
Es normal quedarse afectado, a veces bastante hundido, ante una ruptura. Lo sano sería permanecer por un tiempo fuera de las relaciones amorosas para recuperarse, ser conscientes de que la prioridad es recomponernos internamente. Es imprescindible entender qué ha sucedido, cuáles han sido los «errores» cometidos, sacar el aprendizaje y sanar nuestro estado emocional para poder comenzar de nuevo.
Muchas personas no se ven con fuerzas para afrontar el dolor de este proceso y buscan aferrarse a alguien nuevo. Tras una separación se pierde mucho más que a la persona con la que hemos compartido tiempo y vivencias, se pierde cierta parte de uno mismo, algo de nuestra propia identidad, de quién somos estando en pareja, de quién te habías proyectado ser con esa persona o en ese estatus. Ya no es sólo melancolía por desamor, son expectativas no cumplidas, dependencias emocionales y roles establecidos. Por eso las canciones tienen frases como «si te vas, me muero«, «eres la razón de mi existir» o «sin ti no soy nada«, y por eso hay personas que se aferran enseguida a otra persona que le muestra interés o afecto. Esto es solo una solución de emergencia para evitar que se desmorone parte de su identidad.
Hoy en día es muy sencillo conocer gente nueva, tener nuevos pretendientes, alguna aventura o engancharse emocionalmente a alguien. El problema es que no siempre lo hacemos por amor, sino para intentar esquivar la soledad, la angustia, el vacío que dejan una separación anterior, etc. A veces es un modo de «redención», especialmente si el motivo de la ruptura es que nos han dejado por otra persona, entonces creemos que comenzando otra relación estamos siendo menos humillados. En cualquier caso, es una forma de no enfrentarse a la realidad, de evitar el dolor que sentimos ante la pérdida, ante las propias heridas que nos ha dejado esta ruptura y conseguir olvidar más rápidamente a la otra persona. En definitiva, estaremos buscando una pareja como una forma de suplir nuestras carencias.
Entonces, ¿que futuro crees tener si te embarcas en una nueva relación de esta manera? Y aquí cabe destacar que hay dos caras de la moneda. La persona que comienza una relación sin haber hecho un proceso de duelo y la que se embarca con la persona que no ha hecho un proceso de duelo.
Generalmente este tipo de relación estará abocada al fracaso. En cualquiera de los dos casos, estarás inmerso en una «relación de paso», aunque a veces dure años, que irremediablemente está destinada a acabar mal porque uno de sus miembros no ha procesado su ruptura anterior. Ni sirven para olvidar al ex, ni sirven para comenzar de cero.
Y digo que será una relación abocada al fracaso porque se ha iniciado con la mochila cargada de resentimiento, tristeza y sueños rotos. Una bomba de relojería que estallará antes o después. Es como empezar con la nueva pareja en el mismo punto en el que se acabó la historia anterior. Se le exige a la nueva pareja lo que se le exigía a la anterior y llegan las comparaciones, a menudo internas e inconscientes, porque el ex sigue idealizado.
Si no se ha superado la ruptura cuando se comienza una nueva relación, estaremos impidiendo hacer bien el duelo y es un riesgo para la otra persona, que quizás sí que se enamora e implica, pudiendo salir muy perjudicada. Algunas de estas personas deciden romper cuando se dan cuenta de que para el otro no son más que un medio para olvidar al ex, no sentirse solo o focalizar su resentimiento. A consecuencia de esto suelen tener fuertes sentimientos de culpa y desvalorización, cuando el problema está en que la persona que no hizo el duelo ha convertido una «distracción» en una relación de pareja, sin estar realmente preparado para ella.
Superar una ruptura no significa que tengamos que olvidar a la persona con la que hemos compartido cierta etapa de nuestra vida, convivido o tenido hijos. Se trata de no seguir dependiendo de ella, de no recordar constantemente el pasado, de estar libres de emociones negativas o melancólicas, de mirar hacia el futuro sintiéndonos libres. No es una cuestión de tiempo, a veces este proceso nos puede llevar semanas, meses o años. Que lo consigamos o no dependerá del trabajo personal que hagamos, de que se asuman los errores que se cometieron en la relación, de que se acepte realmente que ésta se ha acabado, de que se viva la tristeza como una consecuencia lógica y adaptativa, que elaboremos sentimientos como la culpa, la rabia o el resentimiento. Hacer este trabajo interno, es lo que permite que llegue el momento en el que te sientas libre para amar de nuevo.
Así que un clavo no saca a otro clavo. Comprometerte con una nueva relación sin haber hecho un proceso de conciencia, puede ser un analgésico para tu dolor, pero no reparará la «fractura» emocional que llevas contigo. Y comprometerte en una relación en la que el otro no ha procesado su ruptura, te llevará a pagar las consecuencias de esa «fractura» emocional.
Si estás en este tipo de relación, quizás durante un tiempo vivas un agradable espejismo. Sin embargo, el duelo no procesado acaba apareciendo tarde o temprano. La añoranza, la tristeza, la sensación de pérdida o de lo que se podría haber hecho, todos los recuerdos, junto con el idealismo de aquel amor o lo que podría haber sido, impregnarán de forma inconsciente cada paso que se dé. Toda ruptura debe elaborarse antes de comprometernos con una nueva pareja. Sino, condenaremos irremediablemente a la nueva relación, que acabará siendo saboteada por la falta de amor verdadero y por todo lo que ha quedado pendiente de la anterior.
La persona que se involucre con alguien que no ha procesado su duelo, se desgastará emocionalmente en intentar «salvar» una relación que estaba abocada al fracaso desde el principio.
Además, cuando la nueva relación no funcione, la persona que no ha elaborado su duelo buscará excusas para justificar el fracaso, basadas en sus propias carencias o defectos de la otra persona. Reclamará por cosas que inconscientemente son problemas de su anterior relación, se volverá exigente, encontrará cualquier pega y nada le será suficiente; sin darse cuenta de que, en realidad, todo esto sucede porque lleva en su mente a otra persona y otra relación con la que todavía queda algo pendiente.
Nadie es reemplazable. Puedes encontrar de nuevo el amor, pero no lo puedes intercambiar. Por mucho que te empeñes, no puedes poner a una persona en el lugar de tu ex porque entonces eso no será una relación, sino solo una débil manera de ocultar tu verdadera aflicción.
Por lo tanto, si deseas tener una relación de pareja sana debes asegurarte de hacer un duelo liberador como primer paso, y evitar involucrarte con personas que no han llevado a cabo el suyo.
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