Encontrar tu buen lugar en la pareja

¿Qué tipo de relación de pareja tienes/quieres? ¿Te sientes cuidado/a, mimado/a? ¿Eres de los/as que protege y le gusta ocuparse de todo para que el otro se sienta bien? ¿O más bien prefieres que tu relación de pareja sea un equipo en el que trabajáis juntos para un objetivo común?

La palabra pareja viene del latín «par, paris» que significa igual. Una de las definiciones de «pareja» es: «Conjunto de dos elementos de la misma clase». De ahí tenemos también el masculino «parejo«: «Que es igual o muy parecido a otro u otros», en  sentido de partes iguales.

Esto da que pensar… si una pareja es un igual, ¿dónde queda la protección? ¿Cuál es el lugar que debo ocupar? ¿Dónde queda el que alguien cuide de mi, o que yo lo cuide, lo cambie o le haga entender? ¿Cómo es posible crecer entre iguales? ¿Qué significa eso de ser iguales?

Encontrar el buen lugar interno, nos permitirá disfrutar de una buena relación en pareja.

Voy a poner un ejemplo quizás exagerado, para que evidenciar claramente lo que quiero explicar. Imaginemos por un momento que estás en una obra de teatro, donde representas el papel de villano/a en una escena en la que vas a secuestrar a un niño. Vamos a suponer que cuando sales a hacer tu actuación, le haces arrumacos al bebé, le tomas en brazos con delicadeza, miras con pena hacia la nada y se te escapa una lagrimita…

En este caso, tu comportamiento emocional no estaría en consonancia con tu papel. Estarías ejerciendo un rol protector, mientras que, si eres villano, tu actuación debería ir acompañada de gestos de desprecio, de pasividad, de frialdad, e incluso de satisfacción ante tal hazaña.

Pues bien, esto es lo que nos pasa en las relaciones de pareja. Tenemos el papel de novio o novia, marido o mujer, esposo o esposa y, sin embargo, ejercemos un rol emocional donde actuamos como padre/madre o hijo/hija de nuestras parejas, donde ejercemos de salvadores o salvados y nos sumergimos en interminables relaciones tóxicas.

Si yo trato a mi pareja como una persona débil y desvalida, la miro con pena o condescendencia, excuso y justifico sus defectos, si siento la necesidad de cuidarla como a un pajarillo herido por el resto de mis días, etc., no estoy en una posición de igualdad. Mi rol es el de padre/madre. Si por el contrario siento la necesidad de que me cuiden, me siento una persona débil y desvalida, siento pena de mí, excuso mis defectos y siento la necesidad de que me cuiden como a un pajarillo herido, etc., no estoy en una posición de igualdad. Mi rol es el de hijo/hija.

Le damos una definición al concepto de amor tan distorsionada, que se nos mezclan los roles y las posiciones en pro de demostraciones de amor mal entendidas.

Este es el motivo de las grandes adversidades de las relaciones de pareja, alimentado por el tan manido “romanticismo”, donde las extravagantes demostraciones de amor basadas en el “sin ti me muero” o “eres la razón de mi existencia” marcaban la pauta.

Mal entendemos el amor, lo idealizamos. Nos centramos en el aspecto de dar y recibir y terminamos buscando un padre o una madre que nos cuiden, o un niño/niña a quien cuidar y proteger. Después de eso nuestra relación de pareja se convierte en un campo de batalla de reproches y rencores, difícil de transitar.

No se trata de negarnos a ayudar o cuidar a nuestra pareja, se trata de hacerlo desde la conciencia de que el otro es un ser adulto que resuelve sus propios problemas por sí mismo, y que tiene las suficientes herramientas para ello.

Una pareja sana debe ser compuesta por alguien que es capaz de asumir y resolver sus propios asuntos, para aportar a un bien común u objetivo común mayor que sí mismo. Una pareja sana suma fuerzas.

“La verdadera esencia de una relación de pareja es aportar”

La única relación sana en pareja es la que se produce desde una posición interna entre adultos. Todo lo demás son desequilibrios, que nos condenan a bucles repetitivos en los que no vamos a poder crecer.

Desde el adulto emocional puedo aportar a una relación. Se trata de crear algo mayor que nosotros mismos. Ser iguales es gestar una sinergia, donde la unión de varias fuerzas favorece una mayor felicidad, y no una simbiosis en la que ambos se necesiten para existir.

En una relación de pareja, nuestro reto es crecer y desarrollamos como adultos conscientes. Es nuestro paso a la libertad emocional, a la igualdad, a la unión sin ataduras ni dobleces. Es asumir nuestra propia responsabilidad para con nuestra vida. La madurez interna donde el indicador será la calidad de nuestra relación.

A través de la pareja nos descubrimos a nosotros mismos, dejamos caer nuestras caretas y comprendemos profundamente el significado de libertad ¿Aceptas el reto?

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